jueves, 4 de mayo de 2017

Hablemos de normas

Bueno, ya hemos dividido el aula en grupos para que cooperen unos alumnos con otros. Ahora, es tarea necesaria que creemos un ambiente adecuado para ese trabajo. Lo primero, ¡las normas de la clase!
¿Cómo tienen que ser?

Para que resulten eficaces, las normas deben ser:
– Enunciadas en positivo (describiendo la conducta esperada) y en primera persona del plural (nosotros).
– Claras y concretas, de cara a que resulte fácil determinar si se han cumplido o no.
– Útiles y relevantes. Que incidan en aspectos que contribuyen a mejorar la experiencia escolar.
– Realistas y asequibles. Una norma que no se pueda asumir por parte de un colectivo o individuo determinado, constituye un elemento desestabilizador.
– Justas y comprensibles. Que resulte fácil comprender y asumir su razón de ser.
– Pocas. Una normativa extensa y farragosa suele derivar en que las normas no se cumplan.
– Revisables. Que puedas comprobar si se han cumplido o no.

Es necesario que los alumnos/as participen activamente en el establecimiento de las normas que regirán a partir de ese momento. Si ven las normas como algo en lo que han participado, las harán "suyas" y será más fácil establecer el ambiente adecuado.
Una posible dinámica para implicar a los alumnos en la elaboración de la normativa inicial sería la siguiente:
1. Propón una situación de trabajo cooperativo sin establecer ninguna norma.
2. Tras la realización de la misma, pide a los grupos que establezcan: (a) las conductas que han facilitado el trabajo en equipo y (b) las conductas que lo han obstaculizado.
3. Realiza una puesta en común de las conductas positivas y negativas.
4. A partir de esta lista establece las 5 ó 6 normas básicas para empezar a trabajar en equipo, construyéndolas a partir de las conductas anteriores.



Ahora que tenemos nuestras normas, es necesario plantear que rol tendrá cada participante del grupo.
Estos roles han de ser independientes, claros y simples, y han de traducirse en conductas concretas. Los alumnos/as deben tener claro que es lo que se espera de ellos, cómo conseguirlo y cuando deben hacer cada tarea encomendada.
Los roles han de estar consensuados con el resto de profesores. Si cada profesor tiene sus propios roles, los alumnos cambiarían de función cada cincuenta minutos. Si, por el contrario, cada clase trabaja con sus propios roles, el que tendrá que manejarse con propuestas distintas cada sesión será el docente.
Siguiendo estos criterios, hemos establecido estos roles (planteados para agrupamientos de 4 alumnos/as):